En la Residencia «Padre Diego Suárez Mora», el Día Internacional de la Paz se vivió con una efervescencia de creatividad y calidez. Nuestros queridos residentes mayores participaron en una actividad memorable que, más que una simple conmemoración, se transformó en una expresión de sus anhelos más profundos por la paz mundial.
La mañana se tiñó de colores y esperanza mientras nuestros mayores tomaban pinceles en manos para decorar el dibujo de la paloma de la paz. La sencillez de la paloma de papel se tornó un lienzo en el que plasmaron, con tintes de pintura, sus mensajes sin palabras que hablaban de armonía y fraternidad.
Pero no fue solo pintura lo que adornó este día; también lo hicieron las palabras relacionadas con la temática de la paz. Una por una, fueron pronunciadas con la solemnidad de quien sabe lo valioso de vivir en un mundo sin conflictos. Unas palabras sencillas, pero que portaban el peso de la experiencia y la sabiduría: tolerancia, respeto, amor, unidad.
Ha sido, sin duda, una mañana muy amena y entretenida, marcada por el calor humano y el genuino deseo de contribuir a un mundo mejor. Que este pequeño acto en nuestra residencia sirva de espejo al mundo; que refleje lo que podemos alcanzar cuando el arte y las palabras se fusionan con el propósito de construir paz.
Nos unimos, desde nuestro pequeño rincón del mundo, al llamado global por la paz, y reconforta saber que incluso los actos más pequeños de bondad y expresión pacífica pueden resonar en el corazón del universo.
“La paz comienza con una sonrisa,” dijo alguna vez la Madre Teresa, y hoy, las sonrisas se multiplicaron aquí, entre tintes, pinceles y voces llenas de esperanza. Celebramos el Día Internacional de la Paz no solo en recuerdo de un ideal, sino como la manifestación de una práctica diaria que honramos en la Residencia «Padre Diego Suárez Mora».

